Meditaciones sobre el Jueves Santo (1893). Paralelismo político
Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsDe l’article d’Ezequiel Boixet Juan Buscón (Lleida, 1849 - Barcelona, 1916) a la columna “Busca, buscando” a La Vanguardia (30-III-1893). Boixet va desplegar aquestes “meditacions” sobre una lectura evangèlica feta amb una intenció política que encara val avui. Era una fórmula periodística que no sovintejava en aquella època, oimés en un diari comLa Vanguardia.
Y sucedió que en aquellos tiempos un hombre que se llamabael hijo de Dios predicó tales palabras e hizo tales cosas en provincias sujetas a la autoridad del César, que los delegados de éste creyeron deber tomar serias providencias para mantener el orden, a su entender, seriamente amenazado. Ya en aquellos días la cuestión de orden público preocupaba de una manera muy honda a los gobernantes. Y sucedió luego que Jesús, cuyas doctrinas parecían en extremo peligrosas para los buenos principios sociales, y que era por tanto muy mal visto por los prohombres de la política, del foro, del comercio, de todas las clases pudientes, en fin, de la provincia, quedó sometido a la vigilancia de la policía romana e indígena. Y sucedió también que en virtud probablemente de órdenes superiores venidas de la Metrópoli, fue encarcelado y procesado el dulce Nazareno, que, si bien sembraba el bien y predicaba amor, humildad y caridad, había en ciertas ocasiones soltado palabras que parecían altamente subversivas, así a los antes citados prohombres como a las autoridades constituidas. Aquello de que: “Bienaventurados los pobres, porque de ellos será el reino de los cielos ”, había parecido una excitación contra las clases directoras. Según el criterio teológico-gubernamental de los Caifás, Pilatos y otras ilustres personalidades, había, pues, motivos más que suficientes para encausar a un hombre que tan gravemente perturbaba el espíritu público. […] En esto encontraron los más afamados legistas de la ciudad nuevas e irrefutables causas de procesamiento: “Usurpación de atribuciones”, y otras cosas. […] Entonces empezó la horrible tortura, moral y física del Nazareno. […] Sin embargo, el delegado del gobierno central se sintió lleno de piedad y de simpatía por aquel procesado tan noble, tan digno, tan alto. “Este hombre no es, no puede ser criminal”, decía para sí. Y hasta se atrevió a insinuar esta idea en voz alta; pero los notables de la localidad se mostraron escandalizados de aquel conato de benevolencia y de justicia. “Escribiremos esto a Roma”, dijo alguno de ellos mirando de reojo al procónsul. Y el procónsul que tenía familia y sabía lo difícil que era alcanzar un buen destino, bajó la cabeza, se lavó las manos y dejó que se consumara la mayor iniquidad que vieron los siglos. Su ejemplo ha sido después imitado al través de los siglos y por muchas veces por muchos gobernadores. […] El cruento sacrificio se consumó. Un Dios entregó su cuerpo a la agonía para redimir a la humanidad. Y tras tantos siglos transcurridos el cristianismo solemniza aquella divina tragedia y concurren las gentes al templo, donde se celebra el augusto misterio. Y con los fieles entran confundidos los escribas y fariseos; todos los malandrines de alta y baja categoría, a quien el hijo de Dios anatematizó y arrojó del Templo, pero que vuelven y volverán hasta los siglos de los siglos.